No sé quién soy ni qué hago aquí

Oscuridad. Era lo único que alcanzaban a ver mis ojos aparentemente ausentes. Sin embargo, si prestaba la suficiente atención, podía escuchar murmullos. No recuerdo desde cuándo me atraparon allí. Simplemente, mi memoria no guarda nada fuera del lugar en el que me encuentro. No sé quién soy ni qué hago aquí.

Pasan las horas, los días, las semanas. Los murmullos son cada vez más fuertes. Quizá no sean más potentes y simplemente es que nacen nuevos. Hace tiempo que me di cuenta de que me encuentro rodeado de palabras. Multitud de ellas. No puedo escucharlas todas, quizá lleguen a un millón. Si presto atención, percibo que unas son más elaboradas que otras: algunas son frases sin sentido, pequeños balbuceos y otras son grandes pensamientos dignos de un doctorando. Más